El paisaje, aquella selección subjetiva de un fragmento espacial- temporal del entorno natural o cultural, ha sido un medio de apropiación y entendimiento de un contexto particular, que responde a la necesidad de asirlo y contenerlo materialmente para la posteridad. Más allá de sus cualidades estéticas o contemplativas, la representación del paisaje tiene que ver con el sentido de pertenencia y del “ser-ahí” del artista. A través de una serie de fotografías intervenidas con hilo que retratan diferentes espacios naturales de México, Sumie García cuestiona y resignifica el referente.

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La presencia del hilo en diferentes zonas de la representación paisajística genera en un primer momento una tensión entre tiempos: el de la captura fotográfica, el de la intervención y el de su exposición al espectador. Lo que se entreteje es el pasado, el presente del pasado y el presente. El hilo desenmascara estos momentos anacrónicos, los contrapone, los confronta, los superpone, los hace coexistir y, finalmente, los condensa en un solo espacio, dando como resultado un paisaje dislocado.

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Por otra parte, la intervención resalta texturas y geometrías, abstrayendo el recuerdo y guiando la mirada del observador hacia

la memoria construida. Los hilos se convierten en una extensión del paisaje y sugieren una emancipación del recuerdo dado por la cámara para insertar aquel que surge de la propia experiencia. De esta manera, se genera un simulacro del simulacro, es decir, existen dos escenificaciones de lo real contenidas en las fotografías: aquella plasmada por la lente y la expresada mediante el hilo.

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Asimismo, se hace visible lo intangible en la fotografía: el movimiento. En el medio natural el hilo traza sutilmente la progresión de la luz, los desgastes en las rocas, las huellas del derretimiento de la nieve o el vaivén del agua, mientras que en el medio urbano se manifiesta en las construcciones en progreso, las demoliciones y el avance vertical.

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Anacronismos del Paisaje cuestiona el “esto ha sido” y explora la representación de la memoria personal en un soporte bidimensional, al darle forma al espacio abstracto que se construye en la mente cuando se evoca un evento del pasado. Las obras, al dialogar entre sí, trascienden el tiempo no localizado a un tiempo total o, en otras palabras, a la vivencia y esencia de la temporalidad humana.    -Melissa Mota

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The landscape, that subjective selection of a spatio-temporal fragment of the natural or cultural environment, has been a means of appropriation and understanding of a particular context, which responds to the need to grasp and contain it materially for posterity. Beyond its aesthetic or contemplative qualities, the representation of the landscape has to do with the artist's sense of belonging and “being-there”. Through a series of photographs intervened with thread that portray different natural spaces in Mexico, Sumie García questions and re-signifies the reference.

The presence of the thread in different areas of the landscape representation initially generates a tension between times: that of photographic capture, that of intervention and that of its exposure to the viewer. What is interwoven is the past, the present of the past and the present. The thread unmasks these anachronistic moments, opposes them, confronts them, superimposes them, makes them coexist and, finally, condenses them into a single space, resulting in a dislocated landscape.

On the other hand, the intervention highlights textures and geometries, abstracting the memory and guiding the observer's gaze towards built memory. The threads become an extension of the landscape and suggest an emancipation of the memory given by the camera to insert the one that arises from the experience itself. In this way, a simulacrum of the simulacrum is generated, that is, there are two scenarios of the real contained in the photographs: the one captured by the lens and the one expressed through the thread.

Likewise, the intangible in photography becomes visible: movement. In the natural environment the thread subtly traces the progression of light, the wear and tear on the rocks, the traces of the melting of the snow or the movement of the water, while in the urban environment it is manifested in the constructions in progress, the demolitions and vertical advance.

Anachronisms of Landscape questions "this has been" and explores the representation of personal memory in a two-dimensional support, giving shape to the abstract space that is built in the mind when an event from the past is evoked. The works, in dialogue with each other, transcend non-localized time to total time or, in other words, the experience and essence of human temporality.     -Melissa Mota